miércoles, 28 de septiembre de 2011

Contarlo para sobrevivir

Tomasa no pudo despedirse de Hortensia. Acurrucada en su dolor a oscuras, en su celda y en silencio, se niega a dejarse vencer. Nuestra única obligación es sobrevivir, había dicho Hortensia en la última asamblea a la que ella asistió. Sobrevivir. Tomasa no permitirá que el dolor la aplaste contra el suelo. Sobrevivir. Locuras, las precisas, había dicho Hortensia. Locura. Ronda el silencio. El silencio hace su ronda y ronda la locura. Sobrevivir. Y ronda y ronda. No se lo vamos a poner tan fácil. No. Tomasa no pudo despedirse de Hortensia. Se acurruca en su dolor. Sobrevivir. Y contar la historia, para que la locura no acompañe al silencio. Se levanta del suelo. Contar la historia. Se levanta y grita. Sobrevivir. Grita con todas sus fuerzas para ahuyentar el dolor. Resistir es vencer. Grita para llenar el silencio con la historia, con su historia, la suya. La historia de un dolor antiguo que ahoga el llanto de no haber podido despedirse de Hortensia. Tomasa camina dos pasos al frente, da la vuelta y recorre la celda, otros dos pasos.
Volver. Llora.
Y cuenta a gritos su historia, para no morir. Camina y cuenta:
—Yo tenía cuatro hijos, y una nieta.
Cuenta que tenía cuatro hijos y una nieta, y que la niña se les murió de hambre en Los Santos de Maimona.
—Se nos murió. Se llamaba Carmen, Carmencita, mi niña.
Y grita que la madre de la niña era ama de cría.
—Le daba de mamar a dos mellizos en Zafra, y para los tres no le llegaba la teta. Mi consuegra se comía la leche en polvo que la madre le compraba a la hija. Tanta hambre tenía la mujer, tanta hambre, que no supo qué decirle a su hija cuando vio que la niña estaba muerta.
Camina repitiendo sus pasos. Y cuenta que a sus cuatro hijos, a su nuera, a su marido y a ella los cogieron en el monte. Que se echaron todos al monte cuando los acusaron de rojos y de ocupar una finca.
Y era verdad, claro que éramos rojos, y claro que ocupamos la finca. Que estábamos hartos de ir a la rebusca de la aceituna. Las pocas que encontrábamos después de la recogida las cambiábamos por aceite, de eso malvivíamos todos, de la poca aceituna que quedaba en el suelo, que el jornal de yuntero no remontaba nada y no alcanzaba ni para el sustento.
Es hora de que Tomasa cuente su historia. Como un vómito saldrán las palabras que ha callado hasta este momento. Como un vómito de dolor y rabia. Tiempo silenciado y sórdido que escapa de sus labios desgarrando el aire, y desgarrándola por dentro.
Contará su historia. A gritos la contará para no sucumbir a la locura. Para sobrevivir.
Para sobrevivir.
Y cuenta, y grita que a su nuera y a sus cuatro hijos los tiraron desde el puente de Almaraz ante sus propios ojos.
—Cincuenta y tres metros de alto tiene ese rejodido puente.
Ante sus propios ojos les dispararon cuando ya estaban en el agua intentando ganar la orilla. Los tiradores eran expertos. Y todos los «mareados» se hundieron. Así llamaban, «el mareo», al procedimiento de limpieza que usaban las fuerzas de la Benemérita encargadas de la persecución de huidos rojos en el 2.° Sector, el de Cáceres y Badajoz. Así lo llamaban. Después la marearon a ella, y a su marido. Él logró mantenerla a flote y llevarla a la orilla, con su cuerpo protegió su espalda de las balas que venían de arriba. Cuando llegaron a la margen derecha del Tajo, su marido estaba muerto. Ella abrazó su cabeza. Y le cerró los ojos, y se mantuvo abrazada a él hasta que una pareja de falangistas al mando de El Carnicero de Extremadura la arrancó de su duelo y empujó el cadáver al agua. Ella lo vio deslizarse corriente abajo mientras la esposaban.
Grita. Para que despierte su voz, la voz que se negó a repetir la caída de unos cuerpos al agua. Porque contar la historia es recordar la muerte de los suyos. Es verlos morir otra vez.
—A mis hijos también se los llevó el río.
Palabras que estuvieron siempre ahí, al lado, dispuestas. La voz dormida al lado de la boca. La voz que no quiso contar que todos habían muerto.
Llora.
Cuenta.
Y mi nuera, vestida de blanco, con su traje de ama de cría se fue con el agua.
Y ella no. Ella no.
A ella la levantaron del suelo diciéndole que viviría para contar lo que les pasa a Las Damas de Negrín. Y se la llevaron a Olivenza, a la cárcel de mujeres. Allí pasó (los años negándose a contar su historia, y sin poder llorar a sus muertos. Ahora la cuenta llorándolos. La cuenta y grita llorando porque no ha podido despedirse de Hortensia. Y grita sin temor a que regrese Mercedes, la funcionaria con moño de plátano que quiere hacerse la buena y se ha acercado dos veces a la puerta:
—Cállese, por Dios, que arriba se le está oyendo y no me va a quedar más remedio que aumentarle el castigo. Que le aumente el castigo si quiere. Y si no quiere que no se lo aumente.
—Por Dios, Tomasa, que me toca guardia en la capilla y tengo que irme. Y mis compañeras se están quejando de sus gritos y ya no sé qué decirles. No me obligue a hacer lo que no quiero hacer. Cállese usted, que se la está buscando y la va a encontrar.
Qué más puede encontrar. Qué más puede hacer la novata pretendiendo no querer hacerlo. Se creerá que es buena. Pero a ella no se la da. Quien nace monje no necesita hábito, y ésta ha nacido con su cargo pintado en la cara. Y buena no es, por mucho que se empeñe. Ésa es de las que espera en la esquina, de las que ofrece una mano y con la otra afila el cuchillo. No se la da. Y no va a conseguir que se calle.
Tomasa no callará. Gritará, porque no ha podido despedirse de Hortensia. No ha podido. Le faltaban diecinueve días de incomunicación cuando Sole le dio la noticia:
—Esta noche la sacan.
Esta noche. Y Tomasa no dejará de gritar su dolor. Recorrerá con su grito el tiempo de esta noche. La Dama de Negrín alzará la voz porque su obligación es sobrevivir. Vivirás para contarlo, le habían dicho los falangistas que empujaron el cadáver de su marido al agua. Vivirás para contarlo, le dijeron, ignorando que sería al contrario. Lo contaría, para sobrevivir.

Extracto de "La voz dormida".
Dulce Chacón

jueves, 25 de agosto de 2011

Ética policial y peregrina

Llevo varios días dándole vueltas al tema de la violencia, sobre como se trata de algo democráticamente intolerable en casi cualquier ámbito social pero es un medio justificado para actuaciones policiales y seguridad y defensa en general. Y no sé hasta que punto la violencia para estos procedimientos sigue siendo tolerable si queremos construir una sociedad justa y democrática.

Saber que los policías no tenían un protocolo de actuación en las cargas policiales, que los mandos policiales permiten que se vaya por una calle, cuando no hay masa de gente, golpeando al que se cruce por allí (a los videos me remito). Y que nunca se ha contemplado otras posibilidades para detener a los que revientan las manifestaciones (que sabemos que son pocos e identificables) sin arrasar con el resto de personas que están allí, me da miedo y me hace plantearme si no estoy siendo hipócrita cuando hablo a mis educandos de que no debemos ser violentos y que no debemos agredir a otras personas.

Hoy leo en el periódico un artículo escrito por mi primo, al que admiro, y me quedo especialmente con este párrafo que os transcribo:
"No tengo ninguna duda de que la policía es imprescindible para construir una sociedad justa, ni tampoco dudo del compromiso civil y de la buena voluntad de muchos agentes que seguro se habrán indignado al ver actuar a sus compañeros. El problema es que a los policías demócratas no les vemos ni les escuchamos nunca. Los sindicatos policiales son especialistas en justificar lo injustificable y los responsables de Interior del PSOE parecen discípulos de Fraga y de Martín Villa; solo le falta ya al bueno de Camacho ir a ver a los heridos como hicieron los ministros franquistas después de la represión de Vitoria en el 76"

Genial primo.

Aquí podéis leer el resto del artículo: http://www.publico.es/espana/392889/mi-primo-el-de-bilbao-o-quien-da-las-hostias-en-madrid


Y es que es verdad... tantas lanzas rotas en discusiones y debates a favor de los policías: es su trabajo, cumplen ordenes, no todos son así, etc. pero luego no se les vé. A mi se me acaban los argumentos para defenderles si no son capaces de asumir una ética y un compromiso cívico.

Creo firmemente que las palabras se las lleva el viento y que al final lo que quedan son los hechos. Podrá haber 4 gamberros violentos que revienten las manifestaciones y todos nos llevemos el calificativo de perroflauta y de violentos. Podrá haber 4 (o 10) policías descerebrados que reparten leña sin ningún escrúpulo y que hagan pensar a una gran parte de la sociedad que la policía es represora. Pero si entre estos colectivos no salen voces que inicien las acciones contrarias, no violentas, que demuestren que la realidad no es esta, si eso no pasa, entonces será verdad que tanto unos como otros somos cómplices de la violencia y la apoyamos. No vale solo con decir “no todos somos así”.

Ampliando un poco más esta reflexión, durante los días que ha estado el Papa en Madrid, con las movilizaciones y la invasión de la JMJ me he quejado de los peregrinos, frente a muchas voces que se alzaban y que me decían que ellos no tenían la culpa, que solo venían a un acto a profesar su moral católica, que esto no era culpa suya. No, efectivamente culpa suya no era, pero tampoco han tenido reparo en plantearse si las formas de hacerlo, que han secundado, son las correctas, y de eso si que tienen culpa. Por encima de las morales (que tienen un factor y una carga cultural concreta de cada grupo que las profesa) hay una ética (que es universal y aplicable a todos los seres humanos). Si por profesar mi moral y mis creencias entro en disonancia con ese civismo que debe primar, como ser humano debo plantearme si puedo hacer las cosas de otra forma. ¿Por qué me subvencionan? ¿Quién paga todo esto y por que lo pagan? ¿Por qué me protege la policía, frente a quién? ¿Este aeródromo se construyó para hacer vigilias o tiene otro uso? ¿Cuando deje los restos de mi comida en el suelo y toda mi basura quién asume esas limpiezas?... etc.

Cuando se acude a un acto o se va a realizar algún evento de este tipo, uno debe preguntarse cómo se sustenta el acto, que repercusiones va a tener y si su forma de comportarse va a ser la adecuada, y si las evidencias te dicen que, aunque el fin sea bueno, los medios no lo van a ser, uno debería replantearse si debe sumarse a ello, es exigible a cualquier ser humano. Y la inmensa mayoría de los peregrinos no lo hicieron, por lo que si que son responsables.

viernes, 17 de junio de 2011

Autoestima

Acabo de leer una lista que me ha gustado mucho y que no me ha dejado indiferente, ni creo que os deje indiferentes a vosotros.
Estoy pasando por un momento de mi vida extraño (Como diría Jack en "El club de la lucha") y este libro me ha tocado un poco la fibrilla. Se llama Prácticas de autoestima y su autor es Christophe André.


Autoestima es mostrarse capaz de:

- Decir lo que pienso
- Hacer lo que quiero
- Insistir cuando me enfrento a una dificultad
- No dejarme llevar por la publicidad o las modas que quieren hacerme creer que no estoy en la onda si no llevo una determinada marca o pienso de cierta manera.
- Reír de buena gana si se burlan de mi amablemente.
- Saber que puedo sobrevivir a mis fracasos
- Atreverme a decir “No” o “Stop”
- Atreverme a decir “no lo sé”
- Seguir mi camino, aunque esté solo
- Concederme el derecho a ser feliz
- Sentirme digno de ser amado
- Soportar dejar de ser amado, aunque esto me haga infeliz de momento.
- Sentirme tranquilo conmigo mismo
- Decir “tengo miedo” o “soy infeliz” sin sentirme avergonzado.
- Amar a otros sin vigilarlos o ahogarlos
- Hacer lo que pueda para lograr mis deseos, pero sin someterme a presión.
- Concederme el derecho de decepcionar o fracasar
- Pedir ayuda sin sentirme inferior por ello
- No avergonzarme ni hacerme daño cuando no estoy contento conmigomismo.
- No sentirme envidioso del éxito o la felicidad de los demás
- Saber que puedo sobrevivir a mis desgracias
- Concederme el derecho a cambiar de opinión tras reflexionar
- Demostrar sentido del humor respecto a mi mismo
- Decir lo que tengo que decir, aunque me de miedo
- Extraer lecciones de mis errores
- Ponerme el bañador aunque mi cuerpo no sea perfecto
- Sentirme en paz con las heridas del pasado
- No tener miedo al futuro
- Descubrir que soy una buena persona, con sus defectos y sus virtudes
- Sentir que progreso y extraigo lecciones de la vida
- Aceptarme tal y como soy hoy, sin renunciar a cambiar mañana
- Y por último pensar en otras cosas aparte de en mi mismo.

martes, 7 de junio de 2011

Llueve

Llueve, es martes, estoy en el trabajo, no tengo ganas de seguir escribiendo sobre temas que no me interesan, tengo la sensación de que se me escapa la vida por delante de la pantalla del ordenador, y no tengo ganas de salir corriendo a recuperarla, y me entran ganas de llorar, y no encuentro las razones por las que llorar. Se ha pasado mi hora de trabajo, debería irme, pero no tengo ni ganas de eso, y lo peor de todo es que mañana se volverá a repetir todo... y llueve.

martes, 24 de mayo de 2011

La ambición del corazón

Encontrado por casualidad un fragmento de un libro que me encantó y que mi madre me dio la posibilidad de leer. Y como siempre, acertó

.

"... Me estáis confundiendo -musitó el caballero-. Sé que las personas necesitan tener ambición. Desean ser listas y tener bonitos castillos y poder cambiar el caballo del año pasado por uno nuevo. Quieren progresar.

-Ahora estáis hablando del deseo del hombre de enriquecerse; pero si una persona es generosa, amorosa, compasiva, inteligente y altruista, ¿cómo podría ser más rica?

-Esas riquezas no sirven para comprar castillos y caballos- dijo el caballero.

-Es verdad -Merlín esbozó una sonrisa-, hay más de un tipo de riquezas, así como que hay más de un tipo de ambición.

-A mí me parece que la ambición es la ambición. O deseas progresar o no lo deseas.

-Es más complicado que todo eso -respondió el mago-. La ambición que proviene de la mente te puede servir para conseguir bonitos castillos y buenos caballos. Sin embargo, sólo la ambición que proviene del corazón puede darte, además, la felicidad.

-¿Qué es la ambición del corazón? -le cuestiono el caballero.

-La ambición del corazón es pura. No compite con nadie y no hace daño a nadie. De hecho, le sirve a uno de tal manera que sirve a otros al mismo tiempo. ..."

Robert Fisher
El Caballero de la armadura oxidada

martes, 29 de marzo de 2011

Campos de refugiados

Acabo de leer una artículo en El País que me ha gustado mucho. Lo comparto por aquí.

http://blogs.elpais.com/3500-millones/2011/03/sabes-que-es-un-campo-de-refugiados.html


Movido un poco por el desconocimiento sobre cómo funciona un campo de refugiados y sorprendido al ver que no pueden trabajar en otra cosa que no sea el campo, he buscado información sobre los campos de refugiados y he encontrado este blog en el que explica muy bien muchos detalles de estas situaciones (y de muchas otras, la verdad es que el blog está muy bien).

http://urblog.org/index.php/Mundos/2008/01/07/p267

Los derechos humanos dicen:

Artículo 14.

  • 1. En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país.

  • 2. Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada por delitos comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.

Este asilo consiste en vivir en instalaciones pasajeras, que por su condición de campo de refugiados suelen tener agua limitada, comida limitada, no tener estructuras edificadas para vivir sino tiendas de campaña o chozas, imposibilidad de asentarte, trabajar o ganar autónomamente la mayoría de los recursos necesarios para vivir sin que se los tenga que dar una organización, ir a vivir otro sitio que no sea el campo de refugiados. Que por otro lado es normal, los países anfitriones ceden un terreno para acoger temporalmente a una población, no para construir una nueva ciudad.

El caso es que estas situaciones terminan por no ser transitorias, y situaciones como el campo de refugiados de palestinos en Líbano o el de los saharauis en Argelia que llevan ya 30 años se convierten en verdaderos infiernos y situaciones de miseria.

Artículo 15.

  • 1. Toda persona tiene derecho a una nacionalidad.

  • 2. A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiar de nacionalidad.

El artículo 15 nos da derecho a una nacionalidad. Tener una nacionalidad es algo más que pintarse la cara cuando juega la selección o sentirse parte de un lugar. En mitad del siglo XX, cuando las naciones se masacraron unas a otras en la II Guerra mundial, una vez acabó la tormenta se planteó el Estado de derecho, mediante el cualquier estado debe comprometerse a cuidar de sus ciudadanos, ofrecerles unos derechos básicos y brindarles la posibilidad de tener una educación, un medio de sustento, una vivienda, una infraestructura sanitaria (en algunos casos gratuita), etc. para evitar que nadie volviese a vivir en una situación parecida. Cuando tu país desaparece, se ve inmerso en una catástrofe que imposibilita la vida, está en un estado de transición y guerra permanente para ser otro país diferente, o simplemente nada funciona como debiera (si queréis leed un poco e informaros sobre qué ocurre actualmente en Somalia), la opción de muchas personas es emigrar (en masa) a otros lugares donde nadie les asegura esos cuidados mínimos para vivir sino que son para sobrevivir. Tu país no te reconoce ni te puede dar su protección y el país vecino sobre el que vives no te considera su ciudadano, eres un apátrida, no tienes nacionalidad y no se está cumpliendo tu derecho.


Al final del post de Urblog aparecen tres citas sobre los campos de refugiados, las recojo y las plasmo aquí.

La primera, una larga cita de la novela Afghanistan, Where God Only Comes To Weep, de la escritora iraní Siba Shakib: "Shirin-Gol no puede recordar lo que pensó que sería un campamento de refugiado...s. Tal vez creyó que sería un lugar amistoso donde había gente que cuidaba de los refugiados, les daba la bienvenida y les consolaba en un ambiente agradable. Tal vez pensó que un campamento de refugiados era un lugar limpio donde cada familia tenía una choza, donde había escuelas, médicos, enfermeras. Quizá pensó que en el campamento de refugiados recuperarías todo que perdiste en la guerra: ropa, camas, mantas, potes, zapatos, peines, cuadernos, libros y todas las demás cosas que se hacen necesarias cuando has escapado de casa”.

“Pero desde luego Shirin-Gol nunca se imaginó que un campamento de refugiados fuera un lugar donde se grita y escupe, donde ella misma tuvo que vivir en una tienda llena de agujeros y jirones, que apestaba, que carecía de todo pavimento y había que sentarse y dormir sobre la tierra desnuda de Dios. Nunca pensó Shirin-Gol que en un campamento de refugiados no habría alimentos, ni agua, ni nada que comer, ni potes ni nada de nada salvo que pudieses pagarlo, a no ser que una organización de ayuda te registrara y te diese una cartilla de alimentación, una cartilla general, una cartilla de colchón, una cartilla de pozo, una cartilla de médico, una cartilla “sea lo que sea lo que puedas pensar”.

La segunda cita es de un miembro de MSF, Amaia Esparza: "No es una exageración decir que en los últimos 20 años, el tejido social se ha resquebrajado. El hecho de vivir en campos ha desestructurado la vida de muchos. El alcoholismo y la violencia, especialmente la doméstica, son habituales. Nos ocupamos sólo de la punta del iceberg… en los campos las personas no viven, sobreviven. Sólo eso."

Y la tercera, la más sintética, corresponde a millionsoulsaware.org: “Esto es un campo de refugiados, un lugar que ninguno de nosotros habitaríamos libremente”.


miércoles, 23 de marzo de 2011

El cáliz de fuego

Hace muchos años ya que bebí, de forma casual, de aquel Cáliz de Fuego. Se trataba de algo muy cotizado, buscado por muchos expertos (expertos como en el que me convertiría yo más adelante) por las propiedades que tenía sobre las personas.

Una vez bebí sentí fluir por mis venas la fuerza y la pasión que mueve el mundo, la materia de la que están echos los sueños, capaz de impulsar al hombre para querer ir a la luna e incapaz de formularse de forma tangible para el resto de los lógicos y pensantes otros... Ay! Ilusos, si supieseis escuchar donde todo el mundo os ha dicho que no lo hicieseis...

Desde entonces, y movido por la fuerza del brebaje del Cáliz, he caminado kilómetros persiguiendo al malvado Transfer, he escapado de campos de concentración, y de orcos, y de soldados galácticos del Imperio. Me he perdido por las selvas de Seeone, he navegado en ríos a bordo de troncos amarrados, y he tenido que arrancar maleza para poder comer y beberme el líquido de los mejillones en conserva para poder resistir un sol abrasador. He dormido en lo alto de los árboles, cerquita de las estrellas y mecido por el viento y ha reposado mi cuerpo bajo tierra mientras escuchaba el murmullo de un río cercano. He cantado y bailado alrededor del fuego danzas ancestrales hasta caer exhausto y en mi cabeza puedo recordar himnos que solo algunos pocos y yo conocemos. He cazado mamuts, dirigido veloces ejércitos contra una bandera que debía hondear en otro campo, he sobrevivido en un “arca de Noé” apiñado con todos los de mi especie mientras caía otro diluvio universal. He hablado con ermitaños de larga barba blanca que protegían las riberas de los ríos. He dirigido submarinos y construido máquinas del tiempo que me han llevado a la edad media y al futuro, y a todos los lugares que he necesitado. He construido un iglú, subido montañas y escalado laderas. He visto a mi animal totémico, hablé con él y me dijo que el ser humano tiene los límites que él quiera ponerse. Después lo comprobé con mis propios ojos. He visto caer compañeros y he llorado, y he visto resurgir a otros caídos y he entendido las diferencias del ser humano. También he visto a otros probar el Cáliz e imbuirse de esa sed de aventuras y ese hambre de vida...

Y de pronto un día se fue... el brebaje del Cáliz dejó de hacer efecto, o eso parecía al menos. Un hueco, una sensación de vacío se quedaba alojada en alguna parte. Lo bueno es que en todas esas aventuras y peripecias vividas aprendí donde volver a encontrar el Cáliz siempre que lo necesite, y de alguna manera, mi pócima mágica me acompaña donde quiera que voy.



martes, 8 de marzo de 2011

La Poeta

Y después de muuucho tiempo sin intención de volver a escribir en el blog, retomo hoy, día Internacional de la Mujer, con una poesía de Gloria Fuertes, en la que se le da a esta palabra el genero que debería tener.

LA POETA

La poeta se casó con el poeto
Y en vez de tener un niño
Tuvieron un soneto.